Corea, día 6: Turismo por los palacios
El último día en tierras coreanas comenzó con un sol espectacular asomando por las montañas que rodean Seúl. Tras reponer fuerzas y tejido intestinal con unos buenos espaguetis con tomate (hay un límite a la cantidad de picante que uno puede tomar al día), Lisero y yo nos cogimos el metro para dirigirnos a Gwengchuyeon, uno de los cinco palacios reales que se pueden visitar en el centro de la capital coreana. Un contraste peculiar de antigüedad y tranquilidad en medio de rascacielos y tráfico. Entre esta visita y el viaje en taxi de ayer al barrio de Hongki, te puedes dar una pequeña idea de lo inmensa que es esta ciudad. Y es que decir 12 millones de habitantes (4 veces Madrid) igual transmite la visión que es recorrer kilómetro tras kilómetro y no ver más que apartamentos y torres de pisos, cero urbanizaciones, cero casitas, así como Daejeon era un urbanismo más caótico esto es la densidad hecha extrema.
En cuanto al palacio real, es como la versión asiática de un castillo medieval. Cruzar la muralla desemboca en una enorme explanada abierta, coronada por una torre estilo pagoda que venía a ser como la principal zona de audiencias del rey, estilo torre del homenaje. A su alrededor, mucha extensión verde y pequeños edificios sueltos que realizaban diversas funciones (residencias de sirvientes, almacenes, etc…). Una peculiaridad que tienen estos edificios es que están diseñados para ser calentados por “ondol”, que viene a ser algo así como calefacción del suelo a través de canales alimentados por chimeneas situados entre en el entresuelo de la construcción.
Tras la visita cultural, cómo no, nos fuimos de compras, a una zona cercana llamada Insadong, una calle peatonal llena de tiendas de antigüedades principalmente, y diversos puestos de comida. Lo mejor fue una tienda llamada “mm/mg”, millimeter milligram, una especie de papelería de diseño, súper original, donde nos dejamos los pocos wones que nos quedaban tras la semana. Para cenar nos clavamos un buenísimo “bibimbap” en un pequeño sitio familiar, donde comentábamos la sensación extraña, mezcla de globalización y de vivir como en el futuro que nos daba Seúl, un poco difícil de explicar.
La última noche volvimos a la zona universitaria, y esta vez nos metimos en un club con temática árabe que puede ser uno de los sitios más increíbles que haya visto nunca. Metido en un sótano, con las paredes estilo arcilla, te descalzas al entrar y entras como en una especie de cuevillas excavadas puestas a dos niveles, con alfombras, cojines y una mesa con cachimbas, mientras el Dj hace un repaso a los “greatest hits del techno-zapatilla” para acabar a las 5 de la mañana con Manu Chao. De ahí, vuelta al piso de Robynne, recoger todo y coger el autobús para llegar a las 7 de la mañana al aeropuerto de Incheon, donde dentro de un par de horas cogeré el vuelo que 16 horas después (con escala en Ámsterdam) me devolverá a tierras madrileñas. Y nada, se acabó una semana genial en un país apasionante, que sin duda en algún futuro volveré para visitar con más tranquilidad. Un saludo a todos!
Etiquetas: Corea
4 Comments:
Hey, la calefacción por el suelo ya era de los romanos: quemaban ramas y pajitas en unos conductos que estaban construidos debajo del suelo.
Muy buenas tus crónicas, te he segido con gran interés.
'seguido', ¡leches!
che apartir del momento q dijiste comimos algo empeze a notar fuera de foco todas las fotos, q paso algo? te cayo algo mal ahaha?
Bueno por el resto veo q la pasaste bien, eso si, te falto aparecer vestido con el kimono o como se llame la version coreana XD....shy, yo esperaba un cierre con algo asi
nah, es que no me gusta usar el flash mucho cuando estoy en sitios con gente, y a veces me gusta el efecto que le da a las fotos, como la del subte...pero la comida ayuda...
Publicar un comentario
<< Home